Borrón y cuenta nueva

El salvadoreño que trabaja en cosas del jardín, inmigrante e inteligente, refiriéndose a la reelección de Bush: “así es que llegan gobiernos como el de Castro.”

Los votantes de Estados Unidos han conferido un claro mandato al presidente Bush, vencedor en el voto popular y en el colegio electoral. Su partido ha triunfado en las elecciones de cámara y senado. Sus partidarios han respaldado unos cuantos postulados básicos que definen sus aspiraciones.

Según las encuestas y los analistas el presidente fue reelecto como comandante de la lucha contra el terrorismo y abanderado del fundamentalismo religioso. La mayoría de los votantes está de acuerdo en que la forma de combatir el terror es mantener un enorme aparato burocrático para decretar el color correspondiente a cada grado de alerta y adecuar la estructura legal para permitir actos ilegales contra aquellos de perfil amenazante. ¿Para qué cambiar la imagen de Estados Unidos de manera que renazcan el respeto y admiración hacia el país en el extranjero?

En lo internacional —lo que más interesa al resto del mundo, esa tierra de nadie ignorada por el estadounidense medio—los ciudadanos han respaldado la doctrina de la guerra preventiva utilizada por el ocupante de la Casa Blanca. Guerra preventiva consiste en atacar con la fuerza armada a otro Estado cuando el capricho del presidente lo determine. Las consecuencias en vidas humanas y en costos en dólares se han visto con claridad en Irak, una guerra con claro principio pero sin fin previsible. Han aprobado la deformación de las Convenciones de Ginebra y la humillación y tortura de los prisioneros de guerra. Estuvieron de acuerdo en que Estados Unidos no participe en tratados internacionales que supongan costos para las empresas nacionales. Piensan que Naciones Unidas debe servir de conducto a las aspiraciones de Washington.

En el campo social han refrendado la injerencia de la iglesia en política y la mezcla del gobierno con las instituciones eclesiásticas. Aprueban un coste creciente para los servicios de salud, de manera que los grupos médicos y las compañías de seguros aprovechen al máximo la vulnerabilidad de los pacientes y se llenen de dinero. Piensan que educación es medir el rendimiento de los estudiantes mediante pruebas periódicas.

En lo jurídico estiman que los magistrados desde la Corte Suprema hasta los jueces de menor categoría deben ser tan retrógrados como el poder ejecutivo. Respaldan los aditamentos de la guerra contra el terror, como la prisión sin cargos, abogados o jueces o el espionaje de los ciudadanos al estilo de las dictaduras. Consagran en las constituciones de los estados la discriminación contra los homosexuales y extienden el principio de plena discriminación a otros colectivos raciales, étnicos o nacionales. Quieren que el aborto se cometa fuera de la ley.

En lo económico consagran el libre comercio y el libre mercado y consideran que son importantes la pujanza de las empresas y el enriquecimiento adicional de los ricos y menos importantes el desempleo, la pobreza y la falta de oportunidades. Creen que es bueno cortar los impuestos de los potentados y acrecentar el déficit fiscal.

El medio ambiente los trae sin cuidado porque cuidarlo se opone a otras cosas más beneficiosas, como el petróleo y la madera y porque las normas de protección ambiental suelen mortificar a los privilegiados.

Hablan de valores, sin explicar a cuales valores se refieren.

Ha recibido así el señor Bush un mandato que no sólo es amplio y sólido en número de votos sino también denso de contenido programático. Es indudable que el líder del mundo libre, aclamado por otros cuatro años, será testarudo paladín de las causas que lidera.

Por fortuna el oscurantismo agresivo de la mayoría de los votantes de Estados Unidos no es compartido por el 48 por ciento de sus conciudadanos. Más aún, contrasta con la instauración de gobiernos con vocación de paz, sentido social y respeto a la persona humana en países hace pocos años sujetos a la dictadura, como Brasil, Chile, España, Hungría, Uruguay.

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