Personajes

Estos meses de competencias deportivas y políticas de alto tute han dado relieve a personas de diferente pelaje. Los juegos olímpicos de Atenas y la campaña electoral en Estados Unidos han sido dos eventos marcados por la grandeza y la miseria de los seres humanos. Un cura repudiado, Cornelius Horan, agarró y sacó de carrera al brasileño Vanderlei de Lima y le hizo perder el maratón que parecía tener suyo a tres kilómetros más. De Lima aceptó sin protesta que otros dos competidores, a quienes la sucia maniobra dio la victoria, accedieran al podio a reclamar sus medallas. El asaltante, por su lado, sirvió de ejemplo global de degeneración y miseria.

Quien compita contra los Bush en certámenes electorales en Estados Unidos tiene qué estar listo a recibir golpes matreros. La señora Bárbara Bush es la cabeza de serie en esto de lanzar insinuaciones difamatorias a los adversarios políticos. Cuando Geraldine Ferraro fue candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos la matriarca del clan Bush la definió con un juego de palabras que no se puede traducir al español, pero cuya intención era presentarla como mujer ligera de cascos. Michael Dukakis y aún Kitty, su mujer, fueron víctimas de toda clase de acusaciones sórdidas cuando compitieron por la Casa Blanca con el marido de Bárbara Bush. En las elecciones primarias del año 2000 se puso en duda la salud mental del senador John McCaine, adversario en ese entones del actual ocupante de la Casa Blanca, por el supuesto efecto de cinco años de cautiverio de guerra. Cuando Bill Clinton fue candidato contra Bush padre y cuando Al Gore se enfrentó a Bush hijo se repitió la historia de los ataques astutos y los golpes bajos. En la lucha electoral en curso un grupo de veteranos de la guerra en Vietnam ha pretendido desacreditar el servicio militar voluntario de John Kerry en ese conflicto, con acusaciones infundadas y casi siempre desvirtuadas. El presidente Bush se ha negado a repudiar esa propaganda calumniosa. Sale a escena su padre, octogenario que ha mantenido su fortaleza física para dar saltos en paracaídas y su argucia mental para quedar bien con Dios y con el diablo. En una entrevista con la cadena televisiva CNN dijo que respeta el heroísmo de Kerry pero que como no conoce bien a sus detractores no puede llamarles mentirosos. Lo malo es que con su apariencia engañosa de personas temerosas de Dios, los Bush se salen con las suyas.

Las convenciones de los partidos demócrata y republicano tuvieron en común la fanfarria y se diferenciaron en el carácter de quienes dijeron el discurso de honor. En la convención demócrata el orador fue un vocero ascendente de su partido y de su raza, abogado y profesor, candidato al senado, con una elocuencia cautivadora. Barack Obama prometió un país abierto y generoso. En la convención de Bush el discurso estuvo a cargo de un perro de presa, el senador Zell Miller, demócrata de Georgia. En su disfraz de republicano este individuo ha dicho que será demócrata hasta la muerte y que no le importa que le llamen leproso o traidor. Tal vez le importaría que le llamen lo que es, sinvergüenza, por utilizar los votos de quienes le dieron la senaduría para promover la agenda de sus adversarios.

Lejos de aquí en geografía pero cerca en destino, en la República de Líbano la mayoría parlamentaria extendió por tres años el período del presidente actual. ¿Podría ser este un ejemplo para Colombia, que alcanzaría el mismo fin de la reelección sin la molestia de las elecciones? Claro, los tres años no son nada, podría ser toda la vida.

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