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En merecido homenaje al jefe del ejecutivo, la Convención del Partido Republicano ha lanzado la candidatura presidencial del político tejano George W. Bush, capaz de dirigir al país y al mundo no se sabe a cuál entuerto ni hacia cuál catástrofe.
Por atavismo, vocación o por mala suerte, el presidente Bush es un insuperable hacedor de crisis. Anunció con gran estrépito la inminente devastación del mundo por las armas de destrucción masiva de Sadam Husein que resultaron como las brujas, “Que las hay las hay pero no hay que creer en ellas.” Es probable que nunca se aclare si el inquilino de la Casa Blanca disimuló, mintió o no entendió pero es evidente que engatusó a la humanidad, dribló a las Naciones Unidas y adquirió compañeros de viaje poco fiables con su cuento de las tales armas. La Convención del Partido Republicano actuó con acierto al ungir un candidato que garantiza la continuidad de las verdades a medias, la decisión unilateral y las malas compañías.
Hay que rendir homenaje a quien ha cantado victoria al menos en dos oportunidades, su gloriosa aparición en la cubierta del portaaviones Abraham Lincoln para proclamar Misión Cumplida hace poco más de un año y la firma consignada a su nombre el 28 de junio pasado en los papeles que instituyeron la democracia en la nación soberana y libre de Irak, cuya más reciente decisión independiente ha sido la restauración de la pena de muerte. La subversión iraquí, la rebelión de los chiítas, el comportamiento de los guardianes en la infame prisión de Bagdad, la heterogénea realidad de Irak, su tradición y su cultura y unas cuantas cosas más complican el éxito de la misión que él declaró cumplida.
El club de amigos del presidente Bush cuenta con gente tan distinguida como los primeros ministros de Gran Bretaña e Italia, el ex presidente del gobierno de España y el presidente de Colombia; otros de nuevo cuño como los líderes de Pakistán y de Libia; y el as de espadas, don Ariel Sharón, terror de palestinos y entrañable hijo adoptivo de los Bush. No sería justo culpar al señor Bush hijo del conflicto del Medio Oriente que tiene cientos de años y complejos orígenes, pero se le faltaría al respeto si no se reconociese que hace todo lo posible por atizarlo.
Su conservatismo compasivo ha tenido consecuencias laudables. Su compasión con los ricos se ha prodigado en cuantiosas rebajas de impuestos y su conmiseración de los pobres ha resultado en tres años seguidos de aumento de la pobreza.
El actual comandante en jefe con residencia en Washington es hombre de reacciones rápidas y viscerales. Combate por ejemplo el desempleo con la disminución de tributos para los más afortunados, protege el medio ambiente relajando las normas de contaminación, defiende los bosques promoviendo la deforestación y enfrenta el matrimonio de personas del mismo sexo respaldando una enmienda constitucional para prohibirlo.
En cálido y justo homenaje a cuatro años de disparates, la Convención del Partido Republicano ha entronizado a quien garantiza otros cuatro de errores garrafales.
ALLÁ
La Corte Suprema de Chile ha levantado otra vez la inmunidad de Augusto Pinochet, ex dictador del país austral y ex gerente del tenebroso sindicato de la Operación Cóndor. Mientras se le enjuicia por asesino, ahora está también acusado de ladrón. Veremos si logra de nuevo, con argucias legales y con supuestas enfermedades escapar al veredicto de los tribunales de su país, que ha emprendido esfuerzos apreciables para volverse democrático. Lo que Pinochet no ha conseguido ni logrará jamás es evadir la condena inapelable que le tiene reservada la historia.