El niño Bush se desquita

La diplomacia estadounidense cruza por nuevos caminos bajo la dirección sabia e incierta del presidente George W, Bush. La doctrina internacional del actual gobernante es muy sencilla, como lo es en general su pensamiento. Cuando el enemigo no es muy grande y es muy molesto, el presidente sale por las pantallas de televisión diciendo que lo quiere vivo o muerto y en seguida suelta a Donald Rumsfeld en su persecución. Tal ha sido el caso de Osama bin Laden y de Sadam Husein a quienes no se ha capturado hasta ahora en ninguno de los dos estados. Si el contrincante es muy grande y tiene mucho atractivo de mercado, o si la situación es muy peliaguda llama a Colin Powell para que restablezca los contactos y lime las asperezas. Esto está dando buen resultado con Rusia y China, pero no ha salido bien en Israel y Palestina. El desafío mayor a la diplomacia ocurre en el caso de países amigos medianos o mediano-pequeños que se han portado mal. Estas crisis las maneja el libertador de Irak en forma personal trayendo a colación lo que puede llegar a ser conocido en la historia, con término tan novedoso como su autor, la “desquitomacia” del niño Bush.

Son desquites muy ingeniosos. Uno de ellos utiliza el Rancho. El otro día por ejemplo, la Casa Blanca advirtió que el presidente de Francia, Jacques Chirac, no sería huésped del rancho en el futuro próximo, debido según parece a que no fue partidario de la guerra en Irak. Cerrar las puertas del Rancho a un dignatario extranjero es un castigo muy fuerte, porque ser invitado allí a pasear con los perros del dueño y cenar con la familia es grande honor. Un visitante habitual del Rancho es el primer ministro del Reino Unido, Tony Blair que es casi como un pariente cercano o como un contribuyente cuantioso al partido republicano. Entre los huéspedes más recientes se encuentran el primer ministro de Australia John Howard y el presidente del Gobierno español José María Aznar debido al parecer a que uno y otro dieron apoyo irrestricto y desinteresado a la guerra y hasta enviaron tropas de asalto o soldados de ayuda humanitaria. No tengo información fehaciente sobre los efectos de la visita en Australia, pero los españoles estaban encantados de que un personajillo como Aznar hubiera dormido en el Rancho. Cuando regresó dijo que España era ahora un país útil.

Otro instrumento de la nueva diplomacia, aunque utilizado también desde la antigüedad, es el olvido. El castigo de la mala memoria fue impuesto este 5 de mayo al presidente de México, Vicente Fox. En sus proclamas del 5 de mayo de los dos años anteriores el presidente de Estados Unidos elogiaba en forma directa, con nombre y apellido, a su colega mexicano. Esta vez omitió hacerlo, a pesar del placer que sentiría cuando le contaron que los franceses fueron derrotados en Puebla en esa fecha. No parece haber sido capaz de sobreponerse al desengaño por la falta de apoyo de su vecino del sur en el asunto de Irak.

No se trata de problema alguno de amnesia del mandatario del país del Norte. Es un simple ejercicio de memoria selectiva. Recuerda muy bien a quienes le sirven y por eso recibe fuera de horas de trabajo a personajes como el presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, está dispuesto a atender en cualquier momento, por teléfono o en persona al primer ministro de Israel, el señor Ariel Sharon, a quien ha declarado hombre de paz y no rehusaría hospedaje o audiencia al señor Vladimir Putin, cuyo noble corazón vio a través de sus ojos la primera vez que se encontraron aunque luego lo haya defraudado por no ser tan belicoso como parecía. Pero aún el calor de hogar de la Oficina Oval no es para cualquiera. Los turcos, por ejemplo, que rehusaron ser los primeros mercenarios del Siglo XXI, no tienen acceso al recinto presidencial. Los árabes de Qatar tienen derecho a poltrona abullonada pero los árabes de Siria han recibido mensajes que los hacen sentir incómodos en sus propias poltronas.

La escuela diplomática tejana tan en boga en nuestros días, postula que el Rancho es el ombligo del mundo y las palabras del comandante en jefe bálsamo para otros conductores de pueblos. Administrando uno y otras el niño Bush se desquita de quienes le ofenden y premia a quienes le obedecen.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

4 × three =