Esto Huele a Gasolina

Hay una avalancha súbita de interés por América Latina en Washington. El grupo Bush se ha adornado con dos nuevas estrellas (reencauchadas) para atender a los asuntos de la región y los protagonistas principales se aprestan a patrocinar una ronda de negociaciones de los Amigos de Venezuela para poner fin a los desastres en ese país. No se trata de defender cosas tan abstractas e idealistas como la democracia y el libre comercio, sino de premiar a los jugadores leales del bando presidencial con puestos en el gobierno por una parte y por otra, asegurar la oferta de petróleo en la prolongada víspera de la guerra anunciada contra Irak.

Los nombramientos no dejan el menor margen de esperanza. El señor Otto Reich, de quien se dice tener historial nada ortodoxo en el tema Irán-Contra, será el Enviado Especial del gobierno de Washington para la Región. Se le ha distinguido con esa posición después de que los senadores republicanos comunicaron al presidente que no contaría con los votos necesarios para su confirmación como Subsecretario de Estado para América Latina, cargo para el cual se ha candidatizado al señor Roger Noriega. Noriega fue en el pasado reciente artífice de la luminosa política latinoamericana del senador Jesse Helms, de ingrato recuerdo en la región. Conozco al señor Noriega y me asombra que haya logrado trepar a esas colinas de poder.

En cuanto a lo sustantivo del nuevo vuelco hacia el sur, tampoco provoca optimismo. Los motivos por los cuales parece animarse la tardía intervención oficial de Washington en la confrontación en Venezuela entre la oposición y el presidente Chávez (conflicto en el cual ha habido ya posturas esporádicas pero desafortunadas como la actitud del citado señor Reich ante la brevísima caída de Chávez) no son de carácter altruista, ético o ideológico, a no ser que el precio de la gasolina quepa en una de esas categorías. La participación en un grupo de Amigos de Venezuela por parte de Estados Unidos obedecería a consideraciones estratégicas, económicas y electorales. No ha habido guerra más publicitada que la que Estados Unidos quiere lanzar contra Irak. Entre las piezas que deben estar en su lugar para el éxito de la iniciativa bélica es la disponibilidad de combustible y en este sentido Venezuela juega un papel clave. Cuando el paro cívico contra el gobierno afectó la industria del petróleo, Washington no pudo seguir estando ciego a la situación venezolana. Fue un despertar oportuno porque el petróleo es también factor fundamental para el funcionamiento de la industria estadounidense, que no resucitará con rebajas de impuestos si no se le brindan los elementos para su desempeño normal. Hay algo más, alguno entre los veteranos colegas de presidencia del señor Bush debe haber recordado lo que le pasó a Jimmy Carter en las elecciones cuando era presidente y se le dispararon los precios de la gasolina.

Puede haber también en la inesperada iniciativa la necesidad de probar de una vez por todas quién manda en las Américas. Cuando Lula tomó posesión de la presidencia de Brasil, Hugo Chávez propuso la formación de un grupo de países que aportaran elementos de conciliación, con algunos posibles integrantes que no eran del gusto de Washington. La oportunidad en que Chávez hizo su propuesta abrió la posibilidad de que Lula se pudiera convertir en su abanderado. A juicio del estratega tejano y de quienes lo rodean, no hay campo para la presencia de Brasil en la conducción de los asuntos interamericanos.

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