Confieso que no voté en estas elecciones pasadas. En parte porque no dedique el tiempo a enterarme sobre los candidatos y sus plataformas políticas y porque viviendo lejos no existe la misma oportunidad de absorber información directamente del ambiente. Es decir, no cumplí con mis obligaciones cívicas. Pero principalmente no me interese porque estoy cansado de las discusiones inútiles que preceden toda campaña y plagan todo periodo presidencial, la arrogancia de las campañas o sus candidatos y la intolerancia de la sociedad que no permite tener un debate sincero e inteligente que pueda llevar al país hacia la prosperidad.
Las discusiones durante la campaña son inútiles porque siempre se centran en los candidatos, sus calificaciones académicas, su pedigrí familiar, sus afiliaciones políticas, quienes son sus amigos, si es rico, pobre, de izquierda o derecha, guerrillero o paramilitar. Se hace de una campaña presidencial una competencia de popularidad en la que todos los candidatos compran votos con almuerzos, fiestas y promesas que nunca se han de cumplir. Las discusiones que vienen después que se declara un ganador son igualmente inútiles porque se centran en lo que la oposición no deja hacer y lo que el presidente no esta haciendo.
Son inútiles las discusiones con los intolerantes que se creen poseedores la única verdad, que se valen de cualquier medio para aplastar el mas insípido semblante de oposición o disensión. Esos son los verdaderos terroristas; los que no están dispuestos a considerar que pueden estar equivocados, que han cometido errores y que pueden existir otras verdades igualmente dignas de respeto que la propia y por lo menos con el mismo derecho de existir. Y no, no estoy hablando únicamente de Bush o de Uribe. También aplica a los guerrilleros de izquierda y derecha que perpetúan una lucha armada enmascarada de conciencia social por un lado y de seguridad y por el otro cuando en realidad son dos caras de la misma moneda. La de la ambición personal, el amor al poder y el dinero engendrados en el narcotráfico.
Solo son útiles las discusiones en las que todos los involucrados tienen el objetivo y las intenciones sinceras de aportar soluciones que beneficien al país entero, no solo a un sector o al otro y donde las propuestas de solución no estén manchas con los colores partidistas o el verde dólar de los intereses corporativos y extranjeros.
Solo hay un momento en el que esta bien ser de un partido u otro y es durante la campaña. Después, cuando se declara quien va a ser el próximo presidente, todos debemos ser del mismo partido: Colombiano!
No es posible que una persona, por bien intencionada que sea, por brillante que sea, pueda resolver los problemas de un país en un periodo presidencial y mucho menos sola. No es saludable tampoco pensar entonces que hay que mantener a una persona en el poder prolongada o indefinidamente para que pueda lograr algún objetivo. Modelos semejantes, dinastía, monarquía y dictadura ya están pasados de moda porque no sirvieron a sus ciudadanos. Los objetivos y rumbo de un país deben ser universalmente reconocidos y aceptados por sus ciudadanos y los presidentes deben simplemente tomar turnos para lograrlos.
Se me ocurre que un vuelo comercial es una buena analogía para un país. Todos los pasajeros tenemos el mismo objetivo; llegar al destino estipulado cuando nos montamos en el avión, tener un vuelo cómodo, saludable y por encima de todo, seguro. Algunos van en primera clase, otros en turista, otros en ejecutiva, algunos como tripulación y por supuesto otros son los pilotos o presidentes. El vuelo es largo y cada piloto esta a cargo del avión por periodos determinados. Ninguno cambia el destino. Simplemente afronta las condiciones que se le presentan en su turno; el mal tiempo, los vientos cruzados, o de cola, la congestión en el aeropuerto para despegar o aterrizar o la eventual emergencia mecánica.
Ciertamente hay pilotos con mas experiencia que otros y algunos aterrizan mas suavemente que otros pero no creo que como pasajeros elegiríamos por votación a nuestro piloto en base al tipo de comida que nos prometa o si la película que van a presentar en buena o mala, en blanco y negro o a color y menos aun si nos ofrece hacer un desvío para pasar por una isla paradisíaca. Sin embargo es con esos criterios que aparentemente elegimos presidente.
Creo que los objetivos de un país, de cualquier país, son universales: Garantizar los derechos humanos y civiles, garantizar el acceso y calidad a servicios de salud, garantizar el acceso y calidad de la educación, garantizar el acceso a vivienda digna, garantizar el acceso a los servicios públicos de agua potable, alcantarillado, energía y comunicaciones; administrar los recursos naturales para beneficio de todos manteniendo la salud del medio ambiente, garantizar la soberanía e integridad territorial. ¿Hay alguien que no este de acuerdo con estos objetivos? ¿O son acaso estos objetivos nuevos y recién expuestos?
La repuesta confío que es No. ¿Por que entonces dejamos que cada presidente que elegimos, engatusados con promesas de islas paradisíacas que nunca hemos de ver, cambie el rumbo de nuestro vuelo? Es por eso que nunca nos vemos más cerca del objetivo sino por el contrario cada vez se hace más lejos y más difícil de lograr.
Pienso que en parte el problema radica en que no concordamos universalmente con los objetivos de país aquí expresados. Suenan muy bien pero sospecho que una vez hemos logrado esos objetivos individualmente, se nos olvida que estamos en una diminuta minoría y pasamos a preocuparnos de cosas más personales y menos importantes que el bienestar del país.
Quien critica, hace oposición o intenta entablar un dialogo respetuoso y tolerante en el cual se expone y se reconoce el incumplimiento de los objetivos para la inmensa mayoría se le tilda de izquierdista, de guerrillero o comunista y como en cualquier dictadura que se respete se le persigue y extermina.
No es bueno que todos estemos de acuerdo. Resulta demasiado aburrido. Pero mas importante que eso es que solo del intercambio de opiniones (no hay intercambio cuando las opiniones coinciden), cuando hay debate, cuando se promueve y estimula a pensar distinto, solo entonces encontraremos verdaderas soluciones y progresaremos como humanidad, no solo como país.