Muchos dicen que son puras utopías, sin anclaje en la realidad. Algunos, como el partido popular en España, los tildan de propuestas ridículas que debilitarán la presencia de España en el campo internacional. Hay otros que pensamos que se trata de planteamientos alternativos a las soluciones de fuerza y represión que por desgracia imperan en las relaciones entre las naciones y entre los individuos de cada nación.
En su edición del 15 de septiembre, elmundo.es informa acerca de las gestiones adelantadas por el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero durante su visita a Naciones Unidas. Hace un año había propuesto la Alianza de Civilizaciones, desatando las carcajadas de la extrema derecha de su país y la esperanza de los partidarios de soluciones de conciliación en el mundo.
Ahora, después de analizar su iniciativa de concertación con el primer ministro de Turquía, Recep Tayip Erdogan, se reunió con el secretario general de la ONU quien ha convocado un Grupo de Alto Nivel para promover la idea de la Alianza, en el cual participan personajes de la enjundia de Desmond Tutú y Federico Mayor Zaragoza, con el fin de delinear el programa de trabajo de ese grupo, cuya primera reunión tendrá lugar en Mallorca en noviembre.
Decepciona este mundo en el cual los temas relacionados con las amenazas a la paz originadas en fuerzas que fomentan el extremismo político o religioso, provocan respuestas también represivas que pretenden pacificar por la fuerza a los violentos. Por fortuna, sin embargo, hay quienes mantienen la confianza en la racionalidad de los seres humanos y conservan la ilusión de que las confrontaciones pueden superarse a golpes de razón.
El ex presidente Clinton de Estados Unidos ha generado una voz de aliento con su Iniciativa Global, a cuyo lanzamiento concurrió también Zapatero durante su visita a Nueva York. Entre varios objetivos de la Iniciativa Clinton, que comprende la ejecución de medidas para atenuar la pobreza en el mundo y para proteger el medio ambiente, se cuenta el intento de acercar a oriente y occidente.
Desde los papas que lanzaron las cruzadas en nombre del evangelio hasta los portaestandartes de la religión de la democracia en nuestros días, quienes han liderado la lucha por las armas han fallado en su intento de cerrar la brecha que separa a occidente de oriente. ¿Por qué no dar a los idealistas utópicos de nuestros días la oportunidad de sellar pactos que anulen la confrontación violenta?