Los extremos se tocan

La propuesta de asesinar a Chávez vino del fundador de la Coalición Cristiana, líder de la extrema derecha religiosa en Estados Unidos y ferviente partidario del presidente Bush, quien después “aclaró” que estaba proponiendo un secuestro, no un asesinato y luego se disculpó de haber incitado al crimen. La siniestra invitación de Pat Robertson fue recibida con desprecio por el ex teniente coronel golpista que gobierna en Venezuela; con furiosa indignación por su amigo Fidel Castro; con cuidadosa ambigüedad por el gobierno estadounidense; y con serios interrogantes por quienes no captamos la relación causal cristianismo-derechismo-asesinato.

Es obvio que las asombrosas homilías del ministro del homicidio a través de un programa televisivo que dice contar con un millón de receptores diarios son testimonio de una vida desviada y una mente disparatada y están fuera de los campos de petróleo donde Bush y Chávez se enfrentan.

Es asombroso por otra parte encontrar que entre los mandatarios de Estados Unidos y Venezuela hay coincidencias perniciosas en asuntos fundamentales.

Lawrence A. Greenfeld, jefe de la oficina de estadísticas judiciales en el Departamento de Justicia de Estados Unidos, cometió la impudencia de señalar que sus superiores querían manipular la información estadística sobre abuso policial discriminatorio contra negros e hispanos que su oficina había recolectado. Por negarse a avalar la técnica de perfiles sesgados, Greenfeld perdió su puesto (The New York Times, 24 de agosto) Las cifras oficiales en Venezuela señalaban un aumento apreciable en el índice de pobreza extrema. Dicen que la acción correctiva del gobierno consistió en destituir al director del servicio nacional de estadística.

Se trata de métodos eficaces y radicales para corregir los errores y ocultar los fracasos. Revelan formas de pensar que, partiendo de asuntos al parecer triviales, permean el comportamiento político.

María Corina Machado y Alejandro Paz, dos de los acusados más visibles en desquite por su activismo político como jefes de la oposición, se encuentran sometidos ahora en Venezuela a los dictámenes de un poder judicial inyectado con numerosos nombramientos arbitrarios de abogados chavistas. En Estados Unidos, tan ruidoso en defensa de las libertades civiles, la periodista Judith Miller está encarcelada hace varias semanas por negarse a identificar sus fuentes de información. Su nombre es más conocido que los de cientos de sospechosos de terrorismo, metidos a la cárcel por plazo indefinido, sin acceso a abogados ni a jueces, sin siquiera una acusación concreta. El sistema judicial estadounidense no está sujeto a nombramientos arbitrarios como los de Chávez, pero está infiltrado por propuestas alucinantes de Bush.

La democracia de Bolívar –quien no fue demócrata ni practicó ese sistema de gobierno—está en peligro. La democracia de Jefferson –- quien quiso definir y practicar la democracia – corre grave riesgo. Con razón el presidente Bush busca establecer la democracia en los campos de petróleo de Irak mientras el ex golpista Chávez la visualiza en la democrática revolución cubana.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

twenty − seventeen =