Travesuras del Conservatismo Compasivo

El “Conservatismo Compasivo” ha sido un instrumento clave de racionalización del enfoque de los temas sociales por el presidente Bush y un tema central de sus campañas políticas. El ha desplegado sus sentimientos de piedad hacia los pobres, los enfermos y los desempleados y hablado de sus carencias. Lo malo es que la compasión no es sustituto de la justicia: los conservadores compasivos entre los cuales el presidente Bush se incluye a sí mismo pueden sentir la vocación de ayudar a los necesitados pero no tienen el impulso de actuar para aliviar las necesidades de quienes demandan su ayuda.

El conservatismo, además, no es compasivo. En los últimos cuatro años el conservatismo compasivo ha creado fenómenos como la conmiseración por los ricos, cuyos impuestos han sido rebajados, o violaciones sutiles de la constitución en nombre de las llamadas iniciativas sobre la base de la fe, ardides para transferir la responsabilidad del gobierno por la justicia social a instituciones religiosas, burlándose de la separación de la iglesia y el Estado.

Las secuelas del conservatismo compasivo son negativas. La plutocracia impera en Washington por complacencia con Wall Street. El gobierno parece haber olvidado el legado de Lincoln del gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo para intentar en cambio instaurar el gobierno de las corporaciones, por las corporaciones y para las corporaciones. Las grandes empresas han forjado en secreto la política gubernamental de energía; han gozado de privilegios provenientes de cortes de impuestos y liberalización de normas de protección ambiental; y han conseguido contratos jugosos para la reconstrucción de Irak. En marcado contraste con los crecientes ingresos de los ricos el número de personas que viven por debajo de la línea de pobreza ha aumentado cada año desde la inauguración del Presidente Bush, después de haber declinado hasta el año 2000. El número de pobres en Estados Unidos, 35.9 millones, es mayor que la población de Canadá y excede con creces a las de Irak o Afganistán. Hay 45 millones de personas sin seguro médico. El ingreso promedio en la comunidad hispana disminuyó 2.6% en 2003. Es hora de llamar a las cosas por su nombre y de comprender que la compasión puede ser una virtud personal pero es inaceptable como instrumento de gobierno.

El conservatismo compasivo tiende a crear ilusiones falsas. Las declaraciones del presidente Bush sobre inmigración ilustran este punto. Su sugerencia de que buscaría autorización para permitir a los inmigrantes indocumentados trabajar legalmente en Estados Unidos en forma temporal sin el derecho de solicitar la ciudadanía sólo ofrecería alivio transitorio con la promesa de futuras penalidades personales y familiares cuando los beneficiarios de esa política enfrenten la obligación forzada de volver a sus países de origen.

La única forma de restaurar la justicia y el juego limpio como instrumentos de gobierno y de preservar las invaluables tradiciones democráticas que han hecho de Estados Unidos una fortaleza destacada de la libertad en el mundo es elegir a John Kerry y John Edwards el 2 de noviembre.

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