El inefable ex presidente del gobierno de España, don José María Aznar merece atención para los latinoamericanos por las posturas asumidas en ocho años de liderazgo en su país. Provocó un enfrentamiento frontal con Cuba rompiendo la tradición lanzada por su mentor, Francisco Franco por la gracia de Dios. Juró incontestable lealtad con dos presidentes de Colombia de convicciones contrarias, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe. Prometió y efectuó ventas de armamentos en contra de las reglas de la Unión Europea. Modeló una abyecta alianza con el señor George W. Bush violando el sentir de la inmensa mayoría del pueblo español. Predicó la práctica de altos estándares morales en los asuntos de Estado.
Las medallas de oro se otorgan a los campeones, a quienes sobresalen por encima del conjunto en una prueba atlética, política, escolástica o literaria. Están sujetas a retiro cuando se comprueba que sus titulares estuvieron sometidos a dopaje. El señor don José María Aznar no la ha recibido todavía, es apenas candidato. Pero aún en esta etapa de disputa del galardón se le ha acusado de dopaje intelectual.
Según la historia que ha contado la prensa de habla castellana dos congresistas de Estados Unidos decidieron promover la Medalla de Oro del Congreso para honrar a don José María por ser “un férreo y constante aliado de los Estados Unidos de América”, por haber reconocido la amenaza del terrorismo y por facilitar constante apoyo para combatir el terrorismo en todo el mundo. La honrosa condecoración no ha entrado todavía en la recta final porque, después de recabar el número suficiente de votos en la cámara y de pasar con éxito por varios comités del congreso, no ha habido ningún senador que se anime a presentar un proyecto afín, necesario para el trámite en la cámara alta.
Ocurre, por otra parte, que la carrera del ex presidente del gobierno de España para conseguir esa aurífera decoración que cimente el bien ganado prestigio de amigo de los grandes puede entrañar aspectos que no corresponden a su prédica de un elevado concepto de la ética en la vida pública. El gobierno de España, en días del inefable señor Aznar, contrató una firma de lobby para promover en Washington los intereses de la madre patria. La ex ministra de relaciones exteriores Ana Palacio, buena amiga de su colega el general secretario de estado Colin Powell, explica que los intereses del presidente del gobierno son también los de España y por ello la firma en cuestión apoyó las gestiones que se hicieron para la obtención de la medalla. Cuando surgió la controversia, el candidato a medalla dijo que se trata de una campaña para aniquilarlo y de paso, arrinconar a su partido político.
Lo del lobby no es de uso muy común en los países de raíz hispana, aún cuando algunos gobiernos, entre ellos el de Colombia, han echado mano del instrumento para promover sus intereses en Estados Unidos. La palabra castellana correspondiente es cabildeo que la Real Academia Española define como intrigar. La intriga para conseguir un galardón no parece contraria a la ética del intrigante cuando este pertenece a la fauna política de derecha, que admite pequeños deslices en beneficio propio. Descalificaría sí a quienes ahora pretenden aniquilar al inefable señor ex presidente que tienen que vivir de acuerdo con los estrictos cánones impuestos por el partido que, según el presunto condecorado, está en vías de extinción forzada.