Tres visitantes distinguidos

En los días de la fiesta patria Colombia ha recibido la visita de tres distinguidos políticos españoles que representan formas discrepantes de concebir el ejercicio del gobierno y con visiones opuestas del mundo.

El inefable ex presidente del gobierno español José María Aznar fue el primero en llegar, para promover la venta de su libro sobre la vida en La Moncloa, predicar su manera infalible de ver las cosas, criticar al gobierno de su país y diseminar su teoría sobre la perdurabilidad de los gobiernos derrotados en las urnas. Tiene ahora un tema recurrente: los compromisos se cumplen. Así, por ejemplo, las tropas españolas no debieran haberse retirado de Irak y los tanques deberían haber sido vendidos a Colombia. El inefable ex presidente no distingue entre compromisos de Estado y de gobierno, quizás porque confunde el gobierno con el Estado.

Tiene también el ex inspector de finanzas del Estado una manera grandilocuente de decir las cosas y unas cuantas cosas espeluznantes que decir. En una entrevista con El Tiempo el 21 de julio, explicó que España se unió a la guerra contra Irak porque tenía la responsabilidad de exigir el respeto a la legalidad internacional. Curiosa forma de imponer respeto, mediante una guerra ilegal. En cuanto al terrorismo en España, tenía según Aznar dos objetivos: provocar el cambio de gobierno y neutralizar a España. Si tan grande es la astucia del terrorismo, estamos perdidos.

Felipe González es un estadista que piensa en grande, con innegable prestigio internacional y a quien sus detractores no han logrado opacar con el constante recuento de los escándalos que nublaron su último período de gobierno. Hasta antes de Zapatero, fue el único jefe de gobierno español posterior a Franco que no se nutrió en las enseñanzas del franquismo. Felipe González reinsertó a España en la comunidad global. Condujo a su país a la Unión Europea, adhirió a OTAN, forjó la comunidad iberoamericana de naciones como un factor de opinión y de equilibrio.

El ministro de asuntos exteriores del gobierno Español, Miguel Ángel Moratinos, incluyó a Colombia en el itinerario de su primera gira latinoamericana. En los pocos meses desde cuando asumió la jefatura de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero ha retirado las tropas españolas de Irak, ha vuelto a traer a España a Europa, está renovando los vínculos con las naciones de América Latina, ha profundizado el diálogo con los diversos sectores de su país, ha empezado a eliminar muros de discriminación en la sociedad. Sobre todo ha puesto las cosas en su sitio, dando preferencia a la ley y el consenso sobre el autoritarismo y la fuerza.

Cada nación es diferente y la imitación suele ser desastrosa. Por otra parte, la observación de otras experiencias y la adopción cuidadosa de sus resultados puede conducir por caminos de progreso. La presencia de tres exponentes de la política española brinda a Colombia una oportunidad ideal para analizar lo que cabe rescatar y lo que se debe evitar de la experiencia de una nación que volvió a la democracia y la civilización después de una guerra fratricida y una larga y cruenta dictadura.

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