Epopeya de los Sudacas

Así nos llaman en España de manera familiar y en ocasiones despectiva, con un vocablo que todavía no ha conseguido su sitio en el diccionario. Suramericano es más respetuoso pero se refiere a un grupo geográfico limitado. Hispanoamericano, más controversial y todavía sin suficiente cobertura. El término preferido por los españoles es Iberoamericano, que causa urticaria a los nativos de América.

Hace más de cinco siglos llegaron los españoles a América y entre muchos objetos que encontraron hubo dos que les llamaron sobre todo la atención: el oro y los indios. Atesoraron aquel como prenda de riqueza y discutieron mucho si el indio era animal o persona. Cuando le adjudicaron un alma, lo evangelizaron.

De los indios de entonces surgen los sudacas de hoy llegados a las orillas de Europa en busca de un paraíso inexistente de bienestar y comodidad. Contradiciendo a sus antepasados que intentaron rechazar al español, los sudacas quieren ahora romper la muralla con que la “madre patria” procura atajarlos.

La afluencia de latinoamericanos a España es una reversión histórica de la conquista de América y está regida por los mismos parámetros egoístas que pueden cambiar de sujeto pero no de naturaleza en el curso de los años. Se trata en esencia de un espectáculo de codicia. De la misma manera como los conquistadores cabalgaron en busca de El Dorado, los inmigrantes de principios del siglo XXI andan tras el espejismo del empleo en un país nuevo cuya abundancia y generosidad nutren sus esperanzas.

La conquista fue expresión de poderío en un mundo desequilibrado. El país en ese entonces preponderante quiso extender su gloria abrazando nuevas tierras y acogiendo nuevos súbditos. La invasión de los inmigrantes es nueva expresión del mismo desequilibrio. Escasos de oportunidades en su propio entorno, se lanzan a infiltrar el mundo de los ricos.

En el momento actual de la historia, la globalización de los pudientes coexiste con la polarización de los pobres en un conflicto en apariencia insoluble. Buenas razones tienen quienes abandonan su escasez para arriesgarse en brazos de la abundancia. Motivo suficiente también abriga a los que quieren defender sus recursos frente a la amenaza de los indocumentados.

Cuando aprendí el apellido de los días el doce de octubre era el día de la raza. Aquello empezó a sonar difícil de tragar y se le adjudicó el papel de recordar el descubrimiento de América. Se descartó entonces el concepto porque dijeron que no hubo tal descubrimiento y el acontecimiento se convirtió en encuentro de dos mundos. La noción de hispanidad se desacreditó en la misma forma como se prescindió del panamericanismo de Estados Unidos.

En España el doce de octubre sigue siendo la fiesta nacional y conserva la connotación de la proyección internacional del reino a finales del siglo XV. Fue extraño encontrar que en las carteleras de Madrid se llamara día de las fuerzas armadas a la fecha nacional.

En su momento los conquistadores fueron motivo de admiración y culto histórico Pero su tiempo de gloria se ha eclipsado. Para que todos quedemos en paz y para resumir la historia en pocas palabras, sería deseable instaurar el Día del Sudaca en honor de los aventureros de la nueva conquista.

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