Del hijo del amor al de la fortuna

Al pasar de Grecia a Italia, correspondió la presidencia rotatoria de la Unión Europea al señor Silvio Berlusconi, conocido de autos.

Italia es un país maravilloso con un paisaje espléndido y un acervo inmenso de tesoros históricos y artísticos, que ha aportado mucho a la cultura universal en diversos aspectos y ha contribuido al buen gusto, al buen comer y al buen fútbol. En materia de política es otro cantar. Inestables por temperamento los gobiernos italianos duran por lo general muy poco y sus líderes llegan hasta a morir ahorcados por el pueblo como Benito Mussolini, o acaban defendiéndose en los tribunales por sus crímenes, como ha acaecido, entre otros, al flamante presidente de la Unión Europea.

En las primeras décadas del Siglo XX un colombiano ilustre, poco conocido de la comunidad internacional actual, Marco Fidel Suárez, hijo natural de una lavandera de ropa en el río Medellín, logró a fuerza de carácter y esfuerzo forjar una carrera literaria y política destacada que lo llevó a la presidencia de la república. Suárez, quien vivió siempre en la más absoluta pobreza, cometió la honradez de vender sus sueldos a un banco en garantía de un préstamo que le urgía para atender necesidades básicas. Esta operación dio lugar a que algunos políticos hostiles la improbaran en el congreso como indigna del primer mandatario y el enfrentamiento resultó en su alejamiento del cargo, suceso del cual hace ya más de ochenta años. Cinco años después el congreso de Colombia lo eximió de culpa. Sus conciudadanos han reivindicado su memoria y ocupa un lugar limpio en su tumultuosa historia.

Es asombroso ver cómo han cambiado las nociones de corrupción y de honradez en menos de un siglo. Silvio Berlusconi, nacido de unión conyugal católica, nunca ha tenido la tentación de descontar su sueldo, porque no lo necesita. Es el hombre más rico de Italia y uno de los mayores potentados del mundo, cuya fortuna se estima en miles de millones de dólares. Magnate de los sectores financieros y de los medios de comunicación del país, es dueño del equipo de fútbol AC Milán, actual campeón de Europa. Convicto en más de una oportunidad ante la justicia (edición de The Economist de 21 a 27 de junio de 2003) y exitoso en sus apelaciones, enfrenta otro juicio por soborno a los jueces y fue timonel en el parlamento de una ley que concedió inmunidad al primer ministro, posición que ocupa y a otros cuatro altos cargos públicos, mientras estén en ejercicio de sus funciones.

Es difícil definir si el paso de los años ha cambiado los principios éticos que en su momento se consideraron inalterables. Lo que ha cambiado, sin duda, ha sido el conservatismo. Desde la decencia intachable de Suárez a la herencia intelectual del fascismo de Berlusconi, la derecha ha torcido su rumbo. La riqueza y la falta de escrúpulos concurren en el presidente temporal de la Unión Europea para hacer de él símbolo de una corriente que cuenta con decidida influencia en estos días, la de los avariciosos y los desvergonzados.

En un momento aciago de la historia de Colombia, hace muchos años, un hombre íntegro cayó víctima de la pobreza y la ingenuidad. En un pasaje en muchos aspectos luminoso de la marcha de Europa, la suerte ha querido que un individuo de conducta cuestionable asuma su presidencia. Silvio Berlusconi es motivo de vergüenza para la derecha internacional, sin que lo rescate el aval del que goza en las encuestas domésticas de opinión, igual que otros de sus perversos colegas en diversas regiones. Ahora la ropa no se lava en las quebradas, las acusaciones de delitos se lavan en los parlamentos.

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