JUANES-A pesar de la lluvia que azotaba la región, un público multitudinario se congregó en Wolf Trap, enorme concha acústica construida en un parque en las vecindades de la capital de Estados Unidos, para participar en el concierto ofrecido el 21 de mayo por un artista antioqueño, músico y poeta, joven, pleno de dinamismo y de buena voluntad, Juanes quien ha logrado reconocimiento internacional pero, ante todo, compenetración con sus conciudadanos.
Fue emocionante y alentador recobrar, en las palabras y melodías de las canciones que alumbraron esa noche con el respaldo de un conjunto musical sobresaliente y en medio de una presentación luminosa, el auténtico espíritu colombiano. En palabras del artista, el amor, la esperanza, lo que llama con propiedad la energía positiva.
La bandera colombiana, impresa en la guitarra de Juanes, ondeó también en las tribunas donde el público que tarareaba sus canciones y se movía al ritmo de su música desplegó una demostración de fe y de confianza en el porvenir. Casi todo lo que Juanes dijo y todo lo que cantó estuvo lleno de promesas y de rasgos de justicia y de paz.
Fue placentero y renovador encontrar de nuevo esa Colombia que lejos de la guerra incivil de secuestros, asesinatos y narcotráfico, canta risueña y amable y desbroza un camino por donde se pueda andar con fe y con solidaridad, en pleno disfrute de paz.
Tan acostumbrados como estamos a ver desfilar la miseria de los niños colombianos, la tragedia de los desplazados, la amargura de los enlutados, las cadenas de delitos, la inercia y la voracidad de los políticos, resulta reconfortante encontrar a alguien que mira ese ejército de infelices desde el ángulo de su redención futura y .verificar que la violencia y la mansalva, los atropellos venidos de todos los sectores y descargados en todos los rincones colombianos, no han sido suficientes para asesinar la fe ni opacar la esperanza. Juanes encarna, en su modestia y simplicidad, una dimensión nueva del país cuyas canciones lleva por el mundo. Mejor que los embajadores, más efectivo que los enviados especiales, con sabiduría superior a los ministros, el cantautor de la montaña va abriendo con sus ritmos y pesares un cauce nuevo por el cual transiten las cosas que pueden redimir la patria.
Bienvenido el cantor con su guitarra, el autor de las letras de sus canciones de grito al futuro mejor y urgente. La magia de su arte y el ritmo de su voz engendraron para la gente que lo escuchó el panorama anhelado de una Colombia más amable, en donde el pueblo se reúna para compartir la paz y la vida se escriba con energía positiva. Ojalá que ese espíritu transitorio de Wolf Trap se convierta en una fundación sólida de comprensión humana para que el canto reemplace las balas y la tolerancia desplace el recelo.
OTRAS VOCES-Con su acostumbrado tono de pontífice de la opinión mundial, la revista The Economist en su edición del 24 al 30 de mayo afirma que la defensa más confiable contra la guerra civil es el crecimiento económico. Teoría peligrosa, que Marx hubiera suscrito complacido, demostrando así que el capitalismo a ultranza y el materialismo histórico tienen fuertes rasgos comunes. Sería más serio decir que la paz facilita el crecimiento económico, que la simple expansión de la economía no lima las asperezas de la desigualdad distributiva sino por el contrario las agrava y ahonda así las raíces de los conflictos entre estratos de la sociedad, que la educación es el ingrediente indispensable para el desarrollo y aún más, la base insustituible de la paz. Es curioso que en estos días cuando los países más industrializados son los grandes promotores de las guerras, alguien se atreva a decir que las políticas que estimulan el crecimiento promueven también la paz.
En el mismo artículo la revista británica plantea una estrategia mucho más realista y sin duda más eficiente, cuando recuerda que algunos grupos rebeldes se enriquecen con el tráfico de drogas ilegales y asegura que la legalización de esas drogas, junto con golpes masivos a las mafias de los países ricos, ayudaría a lograr la paz en Colombia y Afganistán. La revista londinense ha sido siempre partidaria de la legalización. El traer a la palestra la urgencia de acabar con las mafias de los países industriales, aspecto descuidado en este campo por razones obvias, es un aporte serio a los esfuerzos contra el narcotráfico.