La muerte de Guillermo Gaviria, de Gilberto Echeverri y de los militares compañeros de cautiverio fue una bofetada en la cara a la sociedad colombiana por parte de las FARC. Si lo que querían las FARC, era herir con más sevicia el sentimiento nacional lo han logrado. Pero esa es una victoria pírrica. Todos perdimos en el trance amargo. Guillermo, Gilberto y los militares perdieron sus vidas, la madres viudas y los hijos huérfanos que quedaron, perdieron a sus seres queridos, el gobierno y las fuerzas armadas han sido a blanco de críticas desmoralizantes por parte de algunos sectores sociales, los guerrilleros perdieron los rehenes que tenían para presionar su intercambio y aumentaron los sentimientos de desprecio y rechazo por parte de la mayoría de los colombianos. Pero sobre todo perdió el país. Porque Guillermo y Gilberto tenían, el deseo, la nobleza, la inteligencia y la entrega para luchar por la paz que Colombia necesita de todas sus gentes. También tenían espíritu de entrega los militares muertos. Y tenían una causa noble, la de conseguir la elusiva paz, y una larga vida por delante para luchar por ella. Colombia esta matando o desterrando su talento y su energía vital. Y es un desangre lento y debilitante.
Los grandes traumas nacionales como este siempre reabren el debate sobre lo que debe hacerse hacia delante, sobre si hubo errores o equivocaciones y salen los dedos acusadores a señalar responsables. También la iglesia católica entró a terciar en la discusión sobre si se debe proteger la vida o la libertad. Se polarizan los que abogan por la guerra total y los que proclaman la negociación. La opinión pública se confunde y es como si tuviéramos que redescubrir el rumbo a seguir.
Se ha dicho que fue un error de Guillermo organizar la marcha por la paz y de paso convencer a Gilberto a participar en ella. Que era meterse en la cueva del lobo. Tal vez. Gandih marchó en forma similar pero era contra los ingleses y no contra las FARC. Martín Luther King marchó contra el establecimiento norteamericano y no contra las FARC. Los oponentes por opresores y reaccionarios que fueran tenían con toda seguridad conceptos más elevados de lo que vale la vida que las FARC. El oponente en Colombia es de bajo tenor moral. Sin embargo hay que respetar la decisión personal de los dos mártires. Los colombianos llegamos al punto de que todo hay que ensayarlo ya que nada ha dado resultados en traernos la paz.
Algunos han criticado la iniciativa del rescate por parte del Gobierno. Los Colombianos le dieron al Presidente Uribe un mandato sumamente claro después del fracaso de las gestiones de paz de Pastrana. El país descubrió, gracias a las acciones de las FARC mientras negociaban, que no había ni credibilidad ni buena fe por parte de la guerrilla para una paz negociada. Ni quisieron las FARC dar ninguna muestra de mitigación del conflicto. Por su parte el ELN lleva años haciendo turismo en Cuba sin que se pueda llegar tampoco a ninguna clase de acuerdo. Entiendo que la negociación en buena fe es mejor que la guerra. Pero no funcionó. No podemos los colombianos proceder ahora a presionar al gobierno para que cambie la línea de ataque con la cual fue elegido sin que se haya obtenido un cambio concreto y mesurable en el balance de fuerzas en la actual confrontación por dolorosas que hayan sido las muertes de nuestros amigos y las otras que vendrán con seguridad. Ni menos podemos pedirle al gobierno que no cumpla con su deber de hacer lo necesario frente a los casos de secuestro. Todos sabemos que las operaciones de rescate son peligrosas para los rehenes. Pero no por eso se puede aceptar que la guerrilla pueda secuestrar con la seguridad de que el gobierno no hará nada para rescatar a las víctimas. Esto sería lo peor que pudiera ocurrir. Para desempeñar su papel, con un mínimo de costo en vidas, las fuerzas militares necesitan los equipos, la inteligencia y el entrenamiento adecuados. Y el público necesita apoyar esas iniciativas. Además es tiempo de terminar ya el moratorio que hemos pedido a la Corte Internacional de Justicia. O qué estamos esperando?
Finalmente, el debate sobre la vida o la libertad ha tenido una respuesta histórica clara. Consistentemente la cusa por la cual la gente entrega su vida ha sido la libertad. Porque la vida sin libertad no es vida, es muerte en vida. Las guerrillas han tenido secuestrada a Colombia por mucho tiempo y privada de sus libertades fundamentales. La respuesta no puede ser una prudencia paralizante que envalentone más a las guerrillas y que a la larga resulte en un costo en vidas mayor. Hay que darle chance a este gobierno, por doloroso que sea, ya que los anteriores no pudieron.