La Desunión del Reino

No todo está en orden en el Reino. El observador casual de España se sorprende cuando después de vivir la arraigada identidad nacional de los castellanos encuentra en otras regiones pseudo-nacionalismos agresivos que amenazan la supervivencia misma del Estado. El más radical de los movimientos de fragmentación, el separatismo vasco, sueña inclusive con una forma de organización política que le permita erigirse en entidad soberana quizás asociada a España y en sus manifestaciones más extremas genera el terrorismo de ETA. Los catalanes, más moderados en sus objetivos y en los medios para alcanzarlos, pretenden también instaurar un ente político diferente de España. En distintos grados, numerosas expresiones de antipatía hacia lo castellano y ansias de autonomía creciente definen el perfil de un mapa poblado de idiomas o dialectos diferentes y de distintos matices de pensar y de actuar. Como decía un amigo, “En las provincias nos tienen gato a los madrileños.” El separatismo dentro de España, con raíces profundas en la historia, tiende a debilitar la cohesión del Reino y a dirigir su vida política a contracorriente de la tendencia moderna de solidaridad y entendimiento, simbolizada en la Unión Europea.

A las tensiones divisionistas se suma ahora otro elemento de disociación, el factor Aznar. Por motivos que nunca ha expuesto con franqueza, pero que muchos sospechan vinculados a ventajas de orden personal o gubernamental, el presidente del gobierno español se ha plegado al guerrero tejano que preside la invasión liberadora iraquí, contrariando así de manera ostensible y antidemocrática la voluntad del pueblo, partidario abierto de la paz. Este desafío pseudo-dictatorial a las convicciones populares ha originado diversas manifestaciones de dispersión en la sociedad civil. Las persistentes manifestaciones por la paz en las principales ciudades han estado integradas en su mayoría por ciudadanos de bien, cuyo desacuerdo con Aznar se ha manifestado en acciones racionales y constructivas. Pero junto a ellos la caterva de los violentos, muchas veces amargados con razón, se han aprovechado de los movimientos cívicos para efectuar actos destructivos, a veces terroristas, que han afectado de manera principal las sedes del partido de gobierno llamado por esas ironías del destino Partido Popular, sin serlo. El secretario general de los populares, ni corto ni perezoso, ha salido lanza en ristre a acusar a 50 dirigentes de la oposición de ser responsables de los ataques a las sedes del partido, sin más pruebas que algunos vídeos que los muestran como manifestantes. Los acusados, a su vez, lo han demandado ante la justicia ordinaria por la falsa imputación de actos delictivos. Esta juerga de acusaciones en las altas esferas políticas tiene su contrapartida en las relaciones en tensión creciente entre los partidarios de la paz y los de la guerra, que contribuyen a abrir un nuevo canal de desunión en el resquebrajado Reino.

Más allá de las fronteras de España el desafortunado Mister Bush ha asestado un golpe violento a la globalización Para el presidente de Estados Unidos las Naciones Unidas fueron una trinchera utilizada para dividir al mundo que venía en trance de cohesionarse y sus artimañas las ha convertido en las Naciones Desunidas. Desde el púlpito de la Casa Blanca se ha vestido de sacerdote de la ocupación de Irak y tiene la virtud de ser, con toda probabilidad, entre todos los presidentes de su país el de mayor impopularidad en el resto el mundo, cuya presencia engorrosa despierta en todas las plazas de todas las ciudades el espontáneo y ruidoso repudio popular.

No sólo el Reino de España sino también el Imperio de Occidente son así portadores del germen de la disociación que amenaza con anular los avances logrados por la civilización para sembrar un clima de entendimiento y tolerancia que haga posible vivir en un ámbito de racionalidad y de respeto.

La suerte que tuve

En la edición dominical de El País de Madrid apareció un artículo de Carlos Fuentes que trata, entre otras cosas, del boicot estadounidense a Francia, tema de mi artículo del sábado pasado y de asuntos como las papas fritas, el Agua de Evian y el champaña, a los cuales me referí. Por fortuna, el artículo del escritor mexicano fue publicado al día siguiente del mío porque de lo contrario muchos hubieran sospechado que lo estaba plagiando. Es obvio, por otra parte, que a nadie se le puede atravesar por la mente que Carlos Fuentes me estuviera imitando.

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